lunes, 14 de diciembre de 2009

El viajero... III de III

Pasaron los años, Adán herró y sufrió. Y olvidó. Después de muchas penurias, logró olvidar, desde la belleza de la diosa hasta el terror de la huida. Pero cuando, una noche, se encontró de nuevo en el umbral del templo, tembló.

Se decidió a entrar. Ca mino el jardín con la cabeza gacha, respirando lentamente. Cuando se enfrento a la puerta, dudo. No entró, se acerco a un ventanal y espió el interior. La diosa seguía ahí. En su retablo dorado. Él se apoyo en el muro y se durmió.

Esta vez, él estaba desnudo, pero montado en un alazán. No llevaba equipaje y trotaba por un pantano. El animal bufaba a medida que avanzar se le dificultaba. El barro le llegaba ya casi a la cruz, por lo que Adán tenia la cintura cubierta de barro.

Cuando llegan a la orilla, el caballo cae muerto. A pesar de estar apurado, Adán sepulta al animal. Al dar la ultima palada, la diosa aparece. Adán se arrodilla, llora y trata de besarle los pies a la diosa. Ella se lo impide, se agacha y besa la frente de Adán.

Al amanecer, la sacerdotisa encontró el cadáver de Adán. El cuerpo fue despojado de toda vestimenta, pintado con sangre de cabra y llevado al acantilado. El cuerpo de un mendigo, se decía, no puede ser enterrado. Sólo puede servir de alimento a cormoranes y albatros.

interior_sebastián_bar_15:02:37_18/10/2010_version008.avi

nothing will keep us together; we can beat them; for ever and ever:





REINO: animalia
SUB-REINO: metazoa
PHYLLUM: cordados
SUB-PHYLLUM: vertebrados
SUPERCLASE: gnatostomados
CLASE: mamíferos
SUB-CLASE: terios
INFRACLASE: euterios
ORDEN: primates
ESPECIE: hommo sapiens
RAZA: caucásica


[ Sentado, el hombre llama con un gesto al mozo. Sacude las migas del suéter. Pasa las manos por los muslos. Golpea el suelo con la punta del pie derecho. Habla con el mozo, paga y se levanta. Antes de cerrar la puerta, mira lentamente la mesa, las sillas. Inclina la cabeza y sale del bar.]






viernes, 23 de octubre de 2009

Leo Fender 2/3

Gaia tocó la puerta, estaba ansiosa, hacía una semana que no veía a Tina, su novia. Del otro lado de la puerta, Tina estaba más ansiosa aún, había redecorado la casa que compartian la joven pareja de diseñadoras de moda.


Tina abrió, sonriendo abrazó y besó a Gaia. Caminaron juntas por el pasillo, hablando alegremente. Al entrar al living Gaia enmudeció. Se paró enfrente del cuadro del beduino, la guitarra Fender y el desierto de fondo. Se sentó en el respaldo del sofá, abrazó el almohadón estampado con la foto de un gato y suspiró. Sin decir nada, descolgó el cuadro. Tina, trató de impedírselo. Forcejearon un poco. Empezaron a hablarse, despacito y al oído, mientras forcejeaban. Empezaron a subir el volumen. Gritaban.


Gaia, se alejó gritando, insultando al beduino, al cuadro y a la dueña del cuadro. Cruzó la puerta y siguió por el pasillo. Miró la cocina, el cuarto de juegos, el baño y el dormitorio. Se tranquilizó al ver que no todos los cuadros habían sido elegidos con el mismo criterio. Hasta pensó que el edredón multicolor era lindo. Desde la cama, sonrió viendo el espejo (dorado y de cuerpo entero) que estaba al lado de la mesa de luz.


Tina, sentada en el piso, miraba el cuadro. A ella, sinceramente le gustaba ese cuadro. La divertía ver a una especie de Lwaurence de Arabia tocando una viola fender en un lugar donde no hay electricidad. Pero amaba a Gaia, a pesar de sus habitos y desplantes. Si ya habían estado juntas por tres años, sería una estupidez pelearse por ese cuadro. Se paró, se dirigió a la cocina y sacó un yogurt de la heladera. Al cerrar, leyó el cartel de "LOVE IS THE DRUG" que había en la puerta. Sonrío satisfecha y se fue a la cama, sabiendo que Gaia la esperaba, ya tranquila.


Recostada sobre la espalda de una Gaia durmiente, Tina pensó en unos familiares en el campo, que carecían de parámetros para diferenciar lo lindo de lo feo. Pensó en que hacía años que no los visitaba, a pesar de todas las cartas (que ella nunca contestó) que le mandaron y a pesar de lo mucho que la querían.


Al día siguiente, el cuadro estaba en la ruta 71 rumbo a Hungerford .

El viajero... II de III

En sueños, él se encontraba en un bosque,junto a un gran lago. Estaba a pie y el peso de su alforja lo vencía. En el bosque, reinaba el silencio, sólo interrumpido por algún pájaro o el crujir de alguna rama bajo la pata de un ciervo. Detrás de un roble, la diosa tomó cuerpo.

Ella era alta, de una delgadez que lindaba la enfermedad. Su cara era hermosa. De rasgos suaves, pelo rubio y ojos verdes. Tenia puesta una pollera roja con un faldón verde. El torso cubierto con un manto azul marino. La cabeza coronada con laurel.

Adán la miraba estupefacto. Ella lo tranquilizó diciéndole que ella cuidaría de él, pero que se cuidara de no ofenderla. Él le prometió devoción eterna. Ella sonrió y lo invitó a nadar.

Ya en el agua los dos, nadaron riendo. Ella nadaba con la elegancia de un cisne. Él trataba en vano de alcanzarla. Al ver en todo su esplendor y desnudez a la diosa, la promesa antes realizada quedó sepultada por el deseo y el amor. Adán sentía un amor purísimo. Pensó que ella entendería.

Él la alcanzó apenas llegaron a la orilla. La tomó por la cintura y trató de besarla. Ella se asustó y gritó. Adán se despertó por el frío. Estaba empapado y desnudo, recostado en un zanjón. La cabeza apoyada del lado de afuera del muro del templo. El viajero, aterrado, emprendió camino, tiritando de frio y de miedo, sin mirar nunca atrás.

jueves, 22 de octubre de 2009

Interior_bar_b.aires_14:45:54_18/10/2010_versión008.avi











El firmante declara haberse
Estamos callados hace tres minutos. Segu
impuesto de las condicione
ro pide algo. No por nada me arrastró acá
s generales, las que declara
, a este inmundo café (su preferido) si no
conocer en todas sus parte
es para pedirme algo. O incluso peor, par
s y afirma que las informac
a reprocharme algo, como cuando me ret
iones dadas son completas
ó por llegar tarde ese día, diciéndome qu
y exactas, aún cuando no es
e le había prometido que no iría nunca má
tén escritas de puño y letra.
s al casino. ¿Cómo se habrá dado cuenta d
En tal caso, se compromete
e donde venía yo? Seguro que el botón d
a efectuar el cumplimiento
e José le dijo. Sonríe, aquí viene el planteo
correspondiente a cada pro
. Por la cara que tiene es mas bien un repr
mesa acordada según reuni
oche. ¡Que linda que es cuando se pone s
ones anteriores entre las do
eria! Lastima que a veces es tan jodida. T
s partes interesadas.
odavía no entiendo por qué se enojó anoch


-No te quiero más-
-¿Como?-
-Que no te quiero más, Sebastián. ¿Como no te vas a dar cuenta? Hace meses que las cosas no están bien. Vos no querés cambiar. Ya no sé que hacer. Me vuelvo a Tucumán hoy-
- ¿Te estás escapando? No entiendo. ¿No sos feliz?-
-Si te digo que te dejo, es evidente que no soy feliz. No te quiero más. Perdoname. -
-Es por José. Te vas con él. ¿Por qué?-
-José no tiene nada que ver. Me vuelvo sola. Chau Sebastián-







[Una mujer de unos veintiocho años se incorpora de su silla, toma su cartera y se pone la campera. En la misma mesa, un hombre de unos treinta y dos años mira la escena. La mujer ensaya una sonrisa, trata de decir algo, pero desiste y se retira. En la mesa el hombre mira la taza. Juega con el azúcar y con las migas desparramadas en la mesa. Tamborilea con los dedos.]

miércoles, 23 de septiembre de 2009

El viajero... I de III

Para protegerse de la lluvia, Adán se apeó de su montura. Ató el caballo a la reja y se dirigió a la entrada del templo.

En el pórtico ya no se mojaba, pero sintió mucho frío, por lo que empujó la enorme puerta y entró.

Después de deambular en la nave principal un rato, se detuvo a observar el retablo dorado, consagrado a la diosa protectora del recinto.

El retablo era imponente, la diosa estaba representada en su vestido de gala. Su cabeza estaba cubierta con una corona y se encontraba rodeada de cervatillos y ardillas. En una de sus manos, sostenía hongos silvestres, símbolo de la espiritualidad.

Adán se sintió reconfortado por la presencia de la figura de la diosa. Decidió que esa noche, dormiría junto al retablo. Pensando que de esta forma estaría protegido por la diosa.

sábado, 11 de julio de 2009

Leo Fender 1/3

You see turbaned Tuareg
jamming whit electric guitars.
Leo Fender coul never
have imagined this.








Tina Kalivas at home in Sydney Australia




The Selby

Leo Fender 1/3

Ves a un Tuareg con turbante

sentado en la arena.
Improvisando con una guitarra electrica.
Leo Fender nunca podria
haberlo imaginado.







Tina Kalivas en su casa en Sydney Australia.




The Selby

miércoles, 13 de mayo de 2009

El Pueblo

Bajó del monte sólo para comprar puros, alcohol y carne.
En el pueblo, el sacerdote anunciaba ayuno.
Cuando se negaron a venderle carne, preguntó el por qué del ayuno.
- Hoy se respeta la carne, m' hijo, en honor a Jesucristo.
-¿ Que culpa tengo yo de las cagadas que se mandó Jesús?
Una vez mas, ratificó su condición de persona no grata en el pueblo.

sábado, 18 de abril de 2009

En una esquina y de fiesta.

- ¿Te acordás cuando no era seguro ir a los recitales de rock?- dijo mientras se tomaba la birra en botella de plástico, comprada en el almacén.

_ Que hijos de puta los callejeros, de cagarnos una joda tan divertida- contesto el otro fumandose un cigarro, sentado en el cordón de la vereda.
















(Nosotros nunca aprendemos)

miércoles, 18 de marzo de 2009

S/T



"Un martes a las tres, la gente duerme", pensaba Juan mientras se internaba en los oscuros pasillos de la mugrosa villa. No se podía seguir con el auto, así que se arriesgó a entrar a pie.
Ya había estado ahí antes. Pero era la primera vez que entraba sólo y de noche. Ninguno de sus amigos lo hizo. Nunca escuchó de alguien que lo haya hecho. Él suponía que era el primero en hacerlo.
"El primero, el primero", la palabra daba vueltas en su cabeza. Él jugueteaba con esa palabra, para distraerse, para escaparle al miedo. Miedo que crecía de forma exponencial a medida que se alejaba del automovil.
"El primero, el primero. El primero o el ultimo, la bala te la ponen lo mismo. Mirá si cuando me roben me van a preguntar si soy el primero en venir a esta hora sólo". Juan se lamentaba, miraba las sucias casillas de techo de chapa, los charcos de aceite en el piso.
Cuando estaba pensando en salir, en volver mañana, tropieza con unas chapas. Las tira al piso.
Un perro se despierta y ladra. Es un Doberman musculoso, seguramente robado y entrenado para matar.
Imposible avanzar.El perro guarda con fiereza el estrecho pasillo. Se interpone entre Juan y su automovil. Si corro me devora, piensa mientras mira resignado los incicivos del animal.
Ante la temblorosa pasividad del intruso, el perro empezó a ladrar con mas fuerza y bronca. Salpicando de baba y avanzando lentamente.
Cuando el terrible animal se disponía a saltar sobre Juan, una luz se prendió en una piecita. Un gordo barbudo y semidesnudo apuntó un revolver y disparó.
El cráneo del animal recibió el impacto y un chorro de sangre manchó el saco de Juan. Este, presa del pánico corrió a buscar refugio detrás de unos cajones de cerveza.
Al eco del estampido le siguió el silencio. Una puerta se abrió. Un chico de unos veinte años miró el cadáver y lo abrazó llorando. Insultó y gritó hasta quedar afónico. Desde la oscuridad se escuchan murmullos. Poco a poco el pasillo fue ganado por una multitud de personas. Algunos en calzoncillos, otras en camisones. En algunos puntos de la multitud empiezaron las discusiones. Juan, silenciosamente se arrastró. Aprovechó las sombras para escabullirse. Cuando encendió el auto, se dijo con resignacion -Yo sólo quería una tiza- y, subiendo la música, aceleró.

lunes, 9 de marzo de 2009

Patti Smith Group, "Easter".

[Escuchando " because the night" me di cuenta que es la mezcla justa entre lujuria y amor. Estos temas siempre fueron un poco confusos para mi, ya que muchas veces hice el amor sin tener sexo, y otras veces tuve sexo pero no hice el amor. Confío en el amor, en necesitar del otro y que el otro necesite de vos.]


- ¿Venís a la cama?-
-Termino y voy-
-¿Seguís trabajando? Julián, son las tres de la mañana...-
- Voy, voy, voy-


Que Julián esté o no en la cama, es lo mismo. Laura no lo tendrá esta noche. Estaban juntos hace siete años, no tenían nenes. Se tenían el uno al otro. Y nada mas. Mucho tiempo estuvieron bien así, pero se estaban sintiendo solos. Los dos juntos estaban solos. Laura trataba, de hablar, de interesarse, de querer. Julián no. Se acostumbró. Se durmió.


- Arriba Julián, llegas tarde-
-¿No sonó el despertador?-
-Si, lo apagaste vos-
- Haceme un café-


Laura saca la pava, que silbaba freneticamente. Desayunan juntos. De frente. En silencio. Julián lee el diario mientras se ata la corbata. Laura termina de preparar una clase. Julián apura la taza, haciendo ruido al sorber. Laura lo mira fijo, amonestándolo. Julián ríe. Laura ríe. Los dos ríen, como cuando recién se conocían. Julián se para, la besa y se retira.


[ La risa, a pesar de no ser más que un conjunto de espasmos y sonidos guturales, tendrá la capacidad de demostrarme quien es el amor de mi vida. Esto lo hará gracias a que me horroriza la risa de la mujer, haciendolas parecer tontas o malvadas (ninguna de estas dos características serán usadas para describir la que será mi mujer).
Consiente de ello, puedo asegurar que el día que una mujer me maraville con su risa, no me detendré hasta tenerla a mi lado]

jueves, 5 de marzo de 2009

Alcohol, Bollocks & Chevys


Cuando llegué al lugar, sonaban los Stray Cats. Nunca vi tantos jopos juntos. Nunca vi tantos borceguies juntos. Nunca vi un lugar tan raro como AB&C Club.

Una vez adentro, me acodé en la barra, pedí un Jhonnie Walker Red Label y miré el extraño lugar. Las paredes eran de ladrillo a la vista, las puertas no tenían marco, eran huecos en las paredes. Los pisos estaban cubiertos de vidrios rotos, supongo que producto de alguna pelea o sólo de la locura del lugar. El lugar era pequeño pero no asfixiante. Un mono jugaba con una navaja en la barra, ante la atenta y risueña mirada de todos los parroquianos. Al simpático monito parecía no molestarle la altísima intensidad sonora que emitía lo que parecía ser un parlante gigante, que ocupaba toda una pared. Cuando me acerqué, note que no era un solo parlante, si no una pared completa cubierta de amplificadores marshall. Después del tercer whisky, me decidí a seguir mi recorrido por el lugar.

Perdí media hora de mi vida admirando toda una pared consagrada a Bettie Page. Había fotos de ella con un látigo y sus infaltables porta ligas, arriba de un escritorio en una sugestiva y felina pose, desafiando a la cámara con una mirada cargada de lujuria. Había dibujos que iban desde garabatos casi infantiles hasta retratos semi profesionales.

En los baños encontré un reconfortante olor a marihuana, que tapaba toda hediondez emanada por los cinco mingitorios sanos, dos rotos y uno tapado de orina, papel y detritus. Un joven de unos dos metros orinó en el lavabo. Supuse que fue en protesta por la falta de higiene del lugar. El baño de mujeres no era mejor, un charco oscuro en el piso les daba la bienvenida a aquellas que se atrevieran a entrar. Enfilé hacia el único box que parecía desocupado. Apenas entré noté por que estaba desocupado. Faltaba el inodoro, pero eso no representaba ningún problema para mí. Sólo me costó un poco acertar en el agujero del piso.

Cuando salí de los baños, me dirigí hacia la pista. Un enorme grupo de gente ( la mayoría parejas) bailaban rock and roll. Me sentí en una cápsula de tiempo, parecía que había vuelto sesenta años atrás. Me sentí feliz de estar en un lugar así. En el escenario, un baterista tocaba solamente un redoblante, tres platillos y un bombo. El guitarrista estaba escondido detrás de una guitarra que parecía desproporcionada. El contrabajista, en cambio, parecía ser demasiado grande para su contrabajo.

El cansancio (o el alcohol) me venció cuando la banda fue a un intervalo. Por lo visto, iban por otra botella de ginebra y unas lineas de coca. Decidí salir del lugar después de tratar (sin éxito alguno) de encamarme con alguna de las muchisimas polleras largas que deambulaban por el lugar. Al salir, me sentí un maldito vampiro. El sol me quemaba los ojos, la piel.
Después me di cuenta que yo no era nada más que un aficionado, en comparación con los cien seres que todavía bailaban adentro.

martes, 24 de febrero de 2009

¿ Quien carajo me manda?


[ La puta madre, siempre lo mismo, el señorito está aburrido, a el señorito no le gusta estar encerrado, el señorito está en la otra cuadra... Encima que hace un calor del pingo, recién empezaba el segundo tiempo, si Palermo la mete mientras estoy acá, me mato. Quién me manda, con lo tranquilo que yo estaba, a comprarme un perro. Cuando lo vea, lo mato. Lo cuereo y lo hago alfombra. Que animal de mierda, ganas de joder tiene. Te descuidás cinco segundos y ¡pafate! ya se escapó.]

-Buenas, Alberto- saludó José al del almacén- ¿No vio un perro, corriendo por acá.
-Sí, changuito, salió disparado para allá- contestó señalando un callejón.
- Cuando lo agarre, lo mato- se despidió José.
José caminó en silencio, masticando bronca. Cuando pasó por lo de los Guzmán, miró para otro lado, "son todos gallinas estos" pensó. Ya casi había llegado a la esquina, cuando un grito salió de dicha vivienda: "¡¡¡Gooooooool!!!, para vos, ¡¡bostero puto!!"

José toco fondo. Era la gota que rebalso el vaso. Sólo existían dos cosas que podían hacer que José (casi siempre de un humor agradable) perdiera los estribos, una era no poder ver los partidos y otra era que perdiera Boca. Las dos situaciones juntas parecían demasiado. Los pronósticos no eran buenos para el Golden Retriever que jugaba en el fondo del callejón.

Al entrar el enardecido dueño al callejón, el perro lo miró con terror, escondió la cola, bajó el tronco hasta que la panza rozo el suelo y se acercó a su dueño para lamerle la mano.


El enfurecido dueño, no pudo sino acariciar el animal, ante semejante muestra de amor.

miércoles, 11 de febrero de 2009

A un amigo.






Cuando el patrullero llegó al descampado, Don Zoilo estaba en cuclillas y de espaldas. Sobre sus muslos posaba la cabeza un perro, como condoliendose del dolor de su dueño. El viejo hablaba bajito, acariciando la cabeza de Palomo, el caballo blanco que estaba postrado en los yuyales.
El oficial Marconi tuvo que tocarle el hombro para que Zoilo se dé vuelta. El hombre se secó las lágrimas con la manga, puso una mano en la cabeza del perro y levantando la cabeza miró con pena al que, sin duda, no comprendia su congoja.
El caballo luchaba por incorporarse, pero las ancas permanecían inmóviles.
El oficial Bermudez ayudó al anciano a reincorporarce. Después miro al animal convaleciente y se sorprendió de lo musculoso y hermoso que este era.
-Nos dijeron que lo vieron con un machete, abuelo, ¿que está tratando de hacer?- dijo fríamente el Marconi.
- Usté no comprende, se me lo ha caído a un pozo. Qué quiere que haga, la pata de atrás, muerta. Él respira por que es fuerte, pero de la cadera para atrás, muerto. Mireló como sufre.
- No me contestó, ¿que pensaba hacer?- re-preguntó el oficial, aunque ya sabia que pensaba hacer el que para él, sólo era un portador de arma blanca.
-Y... Sacrificarlo, para que no sufra... Imaginese usté, yo con él trabajo, comparto el día, lo veo mas a él que a mis hijos.
- ¿De qué trabaja usted?- interrumpió Marconi.
- Cartonero...
- ¿ Como hace para tenerlo tan bien?- Preguntó Bermudez, sacando por primera vez la vista del caballo.
- En casa somos tres, el Palomo, el perro y yo. ¿Sabe usté las veces que yo tomaba vino y el Palomo comía avena? Nunca tuve para un veterinario, pero tengo un sobrinito que es jockey, y algo entiende de caballos, él me lo veia.
Marconi sube al patrullero para pedir instrucciones al comisario. Metele un tiro, le responden. Marconi pregunta que hacen con el cadáver, que seguro que el viejo va a querer la carne. Que se la lleve, si no la quiere llamamos a los de la municipalidad. Marconi cierra la conversacion diciendo, como no la va a querer, si el viejo tiene un hambre...
- ¿Como va a trabajar ahora?- seguía su conversacion Bermudez cuando Marconi lo interrumpió remontando su reglamentaria.
Palomo empezó a relinchar y a moverse, presa de los nervios.
- Alegrese, abuelo, no va a sufrir mas el bicho este- dijo mientras le apuntaba al animal entre los ojos. Bermudez dio cinco pasos hacia atrás, pero Don Zoilo se acercó aun más al animal.
-¡Espere!- dijo tomando suavemente del brazo a Marconi - déjeme que me despida- pidió. Ante el silencio del oficial, Zoilo acarició en la cabeza a Palomo, le habló y este se tranquilizó.
El estampido del arma se hizo eco en los monoblocs. El viejo lloraba en silencio, Bermudez miraba el caballo y Marconi miraba su reloj.
- Si quiere la carne, se la queda- cortó el silencio Marconi.
- No, no, no, como lo voy a comer al Palomo,¿ no lo pueden enterrar o algo?
- No se preocupe, ya nos encargamos, valla nomás, valla- dijo Bermudez, palmeando al viejo en el hombro.


Al día siguiente, los dos oficiales fueron al descampado. Tenían que asegurarse de que los de la municipalidad habían hecho su trabajo. Al llegar al lugar encuentran un sulki, lleno de cartón.
- Debe ser del viejo, si no tiene caballo, para que le sirve el carro- comenta Bermudez, bajandose del patrullero.
- Hay que llamar a los de la municipalidad, para que vuelvan y se lleven el carro- sentenció Marconi, siempre pragmático.
Bemudez pensó que el viejo se suicidó. Marconi pensó que el viejo era un hijo de puta por dejar tirado el carro. Ninguno de los dos volvió a ver al viejo.

viernes, 6 de febrero de 2009

la lección...


Venia el rastafari bajando del cerro, cuando en un pub al lado de la ruta, un ebrio lo mira y lo señala...
El ebrio vestía pantalones costosos y tenia un suéter cruzado en la espalda y anudado en el pecho.
- Mirá, este se parece a Milton, el negrito de Mambrú- le dice a su noviecita y a una pareja amiga.
La novia lo mira sin levantar la cabeza, musita un-dejalo Manuel- casi inaudible. El novio de la pareja amiga ríe bravuconamente, su novia ignora la situación llamando al camarero.

El rasta mira la escena, ríe y piensa : Te hacés el macho en frente de tu mina, pero sólo por que esta tu amigo. Si te cruzo solito, lo que hubieras hecho seria mirar el piso e ignorarme.
Estar con tu amigo, gordito, te salva de una eventual paliza. Pero estar con tu novia te impide pegarme, quedarías como un maricón, pegándole a un simpático rastita pasifista.

El ebrio, lo mira y se ríe -vení, no te enojes- le dice. La novia espera lo peor, mirando al suelo. El rasta se acerca pensando que se va a divertir, ya que para él es obvio que el ebrio no comprende nada de la vida.

- Se llaman dreadlocs, gordo ignorante. No son como las del Milton ese, son como las de Bob Marley. Si no conoces al gran Bob, es que no lees ni los diarios. Por lo tanto, es impensado que entiendas las letras de sus canciones. Teniendo en cuenta eso, obviamente no te puedo pedir que entiendas otro estilo de vida. Probablemente ni entiendas TU estilo de vida y no te estes dirigiendo a ningún lugar concreto.

Habiendo pronunciado estas pretenciosas palabras, el rasta pensó: Acá es cuando su novia ve en mi a alguien profundo y lo deja para venir conmigo.

No tuvo tiempo de seguir pensando por que un puñetazo le dio en la quijada, tirándolo.

Mientras era pateado brutalmente, en medio de un griterío (desesperado el de las mujeres y tribal el de los hombres) el rasta lloraba de dolor.
Agresor y agredido pensaban: El mundo está lleno de maricones.

miércoles, 4 de febrero de 2009

La grasa, el auto...

X, después de cerrar la puerta de su departamento, tira la colilla al hueco del ascensor.
Una vez abajo (vive en un primer piso, usa las escaleras), sale a la calle sabiendo que se va a cruzar con el mecanico, dueño del sucio taller de planta baja.
El sol del mediodia hace que X se tome su tiempo, dude, en salir del zaguán.
Sus ojos registran entonces al mecanico, pelado, barbudo, las manos negras juguetean con una hoja de diario. Está hablando con su ayudante y con un pobre cliente que probablemente será victima de una estafa. Los tres discuten, el cliente parece firme, confiado.
Desde la puerta, a X sólo le llegan frases sueltas, mezcladas: ...me arreglaste esto pero me rompiste aquello, no fui yo, no me tomes el pelo, el auto ya estaba así antes de entrar al taller, devolveme la guita o te comes un kilombo...
El mecanico toma del brazo a su ayudante y lo lleva al interior de un renault nueve, en busca de privacidad.
En tan precaria "oficina", discuten tendidamente. El ayudante ( intuyendo lo que viene) gesticula, levanta la voz, mira nerviosamente su billetera.
Parece que el cliente, esta vez, está a salvo.
El estafado será el ayudante.