Estamos callados hace tres minutos. Segu
impuesto de las condicione
ro pide algo. No por nada me arrastró acá
s generales, las que declara
, a este inmundo café (su preferido) si no
conocer en todas sus parte
es para pedirme algo. O incluso peor, par
s y afirma que las informac
-No te quiero más-
-¿Como?-
-Que no te quiero más, Sebastián. ¿Como no te vas a dar cuenta? Hace meses que las cosas no están bien. Vos no querés cambiar. Ya no sé que hacer. Me vuelvo a Tucumán hoy-
- ¿Te estás escapando? No entiendo. ¿No sos feliz?-
-Si te digo que te dejo, es evidente que no soy feliz. No te quiero más. Perdoname. -
-Es por José. Te vas con él. ¿Por qué?-
-José no tiene nada que ver. Me vuelvo sola. Chau Sebastián-
[Una mujer de unos veintiocho años se incorpora de su silla, toma su cartera y se pone la campera. En la misma mesa, un hombre de unos treinta y dos años mira la escena. La mujer ensaya una sonrisa, trata de decir algo, pero desiste y se retira. En la mesa el hombre mira la taza. Juega con el azúcar y con las migas desparramadas en la mesa. Tamborilea con los dedos.]
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