viernes, 23 de octubre de 2009

El viajero... II de III

En sueños, él se encontraba en un bosque,junto a un gran lago. Estaba a pie y el peso de su alforja lo vencía. En el bosque, reinaba el silencio, sólo interrumpido por algún pájaro o el crujir de alguna rama bajo la pata de un ciervo. Detrás de un roble, la diosa tomó cuerpo.

Ella era alta, de una delgadez que lindaba la enfermedad. Su cara era hermosa. De rasgos suaves, pelo rubio y ojos verdes. Tenia puesta una pollera roja con un faldón verde. El torso cubierto con un manto azul marino. La cabeza coronada con laurel.

Adán la miraba estupefacto. Ella lo tranquilizó diciéndole que ella cuidaría de él, pero que se cuidara de no ofenderla. Él le prometió devoción eterna. Ella sonrió y lo invitó a nadar.

Ya en el agua los dos, nadaron riendo. Ella nadaba con la elegancia de un cisne. Él trataba en vano de alcanzarla. Al ver en todo su esplendor y desnudez a la diosa, la promesa antes realizada quedó sepultada por el deseo y el amor. Adán sentía un amor purísimo. Pensó que ella entendería.

Él la alcanzó apenas llegaron a la orilla. La tomó por la cintura y trató de besarla. Ella se asustó y gritó. Adán se despertó por el frío. Estaba empapado y desnudo, recostado en un zanjón. La cabeza apoyada del lado de afuera del muro del templo. El viajero, aterrado, emprendió camino, tiritando de frio y de miedo, sin mirar nunca atrás.

No hay comentarios: