martes, 24 de febrero de 2009

¿ Quien carajo me manda?


[ La puta madre, siempre lo mismo, el señorito está aburrido, a el señorito no le gusta estar encerrado, el señorito está en la otra cuadra... Encima que hace un calor del pingo, recién empezaba el segundo tiempo, si Palermo la mete mientras estoy acá, me mato. Quién me manda, con lo tranquilo que yo estaba, a comprarme un perro. Cuando lo vea, lo mato. Lo cuereo y lo hago alfombra. Que animal de mierda, ganas de joder tiene. Te descuidás cinco segundos y ¡pafate! ya se escapó.]

-Buenas, Alberto- saludó José al del almacén- ¿No vio un perro, corriendo por acá.
-Sí, changuito, salió disparado para allá- contestó señalando un callejón.
- Cuando lo agarre, lo mato- se despidió José.
José caminó en silencio, masticando bronca. Cuando pasó por lo de los Guzmán, miró para otro lado, "son todos gallinas estos" pensó. Ya casi había llegado a la esquina, cuando un grito salió de dicha vivienda: "¡¡¡Gooooooool!!!, para vos, ¡¡bostero puto!!"

José toco fondo. Era la gota que rebalso el vaso. Sólo existían dos cosas que podían hacer que José (casi siempre de un humor agradable) perdiera los estribos, una era no poder ver los partidos y otra era que perdiera Boca. Las dos situaciones juntas parecían demasiado. Los pronósticos no eran buenos para el Golden Retriever que jugaba en el fondo del callejón.

Al entrar el enardecido dueño al callejón, el perro lo miró con terror, escondió la cola, bajó el tronco hasta que la panza rozo el suelo y se acercó a su dueño para lamerle la mano.


El enfurecido dueño, no pudo sino acariciar el animal, ante semejante muestra de amor.

1 comentario:

Micaela Romani dijo...

Buenas, buenas; llego justo para la merienda.

Un abrazo querido. Te seguiré leyendo, ¡mucha suerte!